Bajó la calificación crediticia de la deuda de Estados Unidos, pero, aún así, los intereses que el mercado le cobra a su gobierno bajaron. Si Estados Unidos no pudiese servir su deuda... ¿dónde quedan los demás?
Pero quiero escribirles sobre un tema relacionado con las deudas públicas, que es totalmente ignorado en el debate mundial, pero que significa que lo que está ocurriendo es tanto peor de lo que se cree... lo lamento.
El Comité de Basilea para la Supervisión Bancaria, es el ente regulador creado por el G10 en 1988, y al cual hoy en día se adscribe la mayoría de las economías importantes del mundo. Pues bien, ese comité decidió fundamentar sus regulaciones sobre la base de unos requerimientos de capital para la banca que son más altos cuando el riesgo percibido de no pago es alto que cuando ese mismo riesgo se percibe como bajo. Como perceptores oficiales del riesgo designaron a las calificadoras de crédito.
Aun cuando pueda sonar lógico, más riesgo más capital, menos riesgo menos capital, lo anterior es una insensatez de proporciones mayúsculas... yo diría que hasta histórica.
Para comenzar basta saber que ninguna crisis bancaria ha sido causada por excesos de préstamos o inversiones en algo considerado ex-ante como riesgoso, todas, sin excepción, han sido causadas por exceso de préstamos o inversiones en algo erróneamente considerado como no riesgoso. En marzo de 2003, el Financial Times de Londres me publico una carta: "La madre de todos los riesgos sistémicos", donde sostenía que "tarde o temprano, las calificaciones emitidas por las calificadoras de riesgo crediticio son solo una nueva variedad de errores sistémicos, a punto de ser propagadas a velocidades modernas".
Luego, tales requerimientos ignoran el hecho que la información contenida en las calificaciones de crédito ya ha sido considerada al establecer las primas de riesgo que vía las tasas de interés se le cobra a los clientes, por lo que, al incluirlas además para calcular el capital requerido, resulta en un doble conteo de la "percepción". Cualquier información, por buena que sea, se convierte en mala si es considerada en exceso.
Lo anterior se traduce en que casi todo el capital bancario que existe en el sistema es originado, y por ende pagado, por los prestamistas "riesgosos", mientras que los "no riesgosos", los gobiernos "buenos" y los privados calificados como triple-A, salen en góndola. Algo así como colocarle más peso en el hipódromo a los caballos debutantes y a los que han corrido mal y quitárselo a quienes vienen ganando... y esperarse una buena carrera.
Lo anterior distorsiona el mercado e impide saber cuáles serían las tasas de interés reales de no existir estas regulaciones bancarias tan favorables para los "no-riesgosos". En otras palabras, de las extraordinariamente bajas tasa de interés pagadas por Estados Unidos... ¿cuánto de ello se debe a ese comunismo regulatorio favorecedor del Estado y discriminador del ciudadano que se infiltró en su sistema vía el Comité de Basilea?
Generar crecimiento económico y empleos requiere de los pequeños negocios y empresarios, pero los bancos hoy solo le prestan a los gobiernos y a los triple-A, por cuanto no tienen el capital requerido para respaldar los préstamos a los "riesgosos". Los gobiernos, mientras, aseguran que si los bancos entran en problemas ellos los van a apoyar. En ese abrazo de muerte nos tienen atrapados. ¿Habrá que crear una banca paralela informal que nos sirva?