Por cuanto ni la mejor regulación bancaria del mundo serviría para algo dentro de un entorno económico tan absurdo como el nuestro, lo siguiente no es un tema muy relevante para Venezuela. No obstante habiendo desde 1997 criticado las regulaciones bancarias globales surgidas del Comité de Basilea, de vez en cuando necesito retomar el tema.
El pilar fundamental y casi único de las regulaciones de Basilea, son unos requerimientos de capital que se basan en el riesgo del no pago, tal como este riesgo sea percibido por las agencias calificadoras de crédito. No obstante que eso pueda sonar lógico, a más riesgo más capital, considero a tales requerimientos un absurdo. Permítame explicar.
Primero. Por cuanto los capitales y los banqueros en esencia son cobardes, jamás en la historia ha ocurrido una crisis financiera o bancaria que se haya derivado de un exceso de préstamos o inversiones en algo que a priori se haya considerado como riesgoso. Todas las crisis bancarias y financieras, sin exclusión y hasta casi por definición, han resultado del exceso de préstamos o inversiones en lo que a priori se ha considerado no tener riesgo alguno.
En tal sentido, incentivar a los bancos a prestar o invertir más en lo que a priori se percibe como de menor riesgo va en contrasentido a lo que la historia nos indica… por lo que me permito creer que los reguladores allá en Basilea, o están metidos en un club de mutua admiración con una discusión incestuosa degenerante o son simplemente unos tapados.
Segundo. Por cuanto quienes se perciben como de poco riesgo casi siempre tienen acceso a los mercados de capitales, son las pequeñas y medianas empresas, las que sin duda son más riesgosas, quienes de verdad más necesitan de los bancos para satisfacer sus necesidades financieras.
En tal sentido, el dificultarle a los bancos, en términos relativos, el prestar o invertir dinero justamente a quienes más los necesitan; siendo además estos clientes los más probables proveedores de los empleos decentes del mañana, carece totalmente de sentido… por lo que me permito creer que los reguladores allá en Basilea, o están metidos en una discusión en un club de mutua admiración con una discusión incestuosa degenerante o son simplemente unos tapados.
Tercero. Veamos lo que actualmente rige en muchos países. Si un banco desea efectuar un préstamo a una pequeña y mediana empresa entonces se le requiere tener 8 por ciento de capital. Pero si ese banco le presta al gobierno de uno de los soberanos clasificados como AAA, para que sus burócratas le hagan los préstamos a las pequeñas y medianas empresas de su agrado, entonces el banco no necesita de capital alguno.
En tal sentido, hoy vemos que un socialismo incompetente del siglo XXI, no es una exclusividad venezolana. Hasta Dalí se queda chiquito en surrealismo comparado con lo que inventan los reguladores bancarios del Comité de Basilea. Ya causaron su primera crisis global con esa estampida en busca de los triple-A que provocaron. Falta ver lo que nos harán la próxima.
La semana pasada, en una competencia donde el G20 anda pescando soluciones para ver cómo el sector privado financia más y mejor a la pequeña y mediana empresa, presenté una propuesta dirigida a corregir parte de lo que he criticado. Si les interesa, pueden ver cómo me irá en mi pelea contra el establishment regulador global, en la página web de www.changemakers.com/en-us/SME-Finance.