Cada día quedan menos bancos en el mundo. Para quienes hemos oído historias de terror sobre quienes para solucionar problemas de retiros fraudulentos de sus tarjetas, deben conversar por teléfono con voces anónimas y tratar de sonar inocentes, pensar en la posibilidad de que algún día nos quede un solo banco, nos recuerda a Kafka.
Pero, aparte de vivencias dignas de un Stephen King, la consolidación bancaria, una evolución que se nos ha vendido como una maravilla, puede contener otros riesgos no suficientemente comentados – o felizmente ignorados. Entre éstos los siguientes:
Menor diversificación de riesgos. Hagan lo que hagan las autoridades para garantizar la diversificación de los bancos, no hay duda que menos bancos, significan menos cestas en donde poner los huevos. Cuando leo que durante los primeros cuatro años de la década de los 30 en los Estados Unidos fracasaron un total de 9.000 bancos – me pregunto qué hubiese sido de ese país de haber existido un solo banco.
El riesgo regulador. Antes existían muchos países y muchas forma de regular la banca. Hoy, cuando en Basilea con soberbia se dictan normas de aplicación mundial, los efectos de cualquier equivocación, pueden ser explosivos.
Excesiva similitud. Fomentar que bancos adopten reglas y normas comunes, es ignorar las diferencias entre economías, por lo que algunos países terminarán con sistemas bancarios poco adaptados a sus necesidades. Ciertamente, normativas cuyo objetivo principal aparenta ser el de salvaguardar capitales, entran en conflicto con otras funciones de la banca, tales como la de fomentar el crecimiento económico y democratizar el acceso a los capitales.
Menor diversidad de criterios. A menor número de participantes, menor la diversidad de opiniones y, con esto, mayor riesgo de que prevalezcan concepciones equivocadas. Quien lo dude, que lea los análisis unidimensionales que publican las calificadoras de riesgo.
Reacción violenta. El desarrollo de los procesos decisorios, tiene eneficios pero también riesgos. Así vemos que la propia velocidad de la información, que promueve una respuesta rápida e inmediata, puede agravar los problemas. Antes, entre los que se llevaban a casa el problema para estudiarlo y los que se enteraban tardíamente, se proveía al mercado de un amortiguador, que muchas veces lo salvó de decisiones intempestivas y mal pensadas.
Beneficios pocos claros. Hasta la fecha no hemos visto un banco extranjero otorgar, por ejemplo, créditos hipotecarios con términos de plazo e intereses globalizados. En tal sentido, no resultan claros los beneficios de una banca global, cuando ésta opera sustituyendo a la banca local.
Costo de auxilios globales. Cuando la banca en Venezuela tuvo su última crisis, entre otras causas por comprar bancos a precios excesivos, fue triste pero lógico, que el costo fuese pagado por nuestro país. Hoy, con bancos globalizados, que no están inmunes a cometer loqueteras, como también comprar otros bancos al precio que sea, ¿quién pagará la cuenta?
En la actualidad, cuando el mundo pide fusiones o consolidaciones bancarias, me pregunto si, por el contrario, no se le debería imponer a la banca la creación de reservas especiales por tamaño. A más grande el banco, peor la caída y mayor la necesidad de evitarla.