¿Y qué interés puede tener para nuestra Venezuela de hoy, que el 26 de junio de 2004, el G10 aprobase las regulaciones bancarias conocidas como Basilea II?
Pues ese día, unos supuestos expertos reguladores, decidieron que era mucho más importante la estabilidad de los bancos, que el crecimiento económico que podía resultar de los bancos tomar los riesgos de prestarle a quienes podrían considerarse como crediticiamente riesgosos. Y como cuando una bicicleta se para se cae, igual las naciones se estancan y se caen, cuando dejan de tomar riesgos.
En tal sentido, por lo menos en nombre del mundo occidental, ese día los reguladores lanzaron el grito del "¡Ya basta... hasta aquí llegamos!"... y comenzó la rodada cuesta abajo. Y eso como entenderán, no es poca cosa. Eso es algo que en Venezuela también nos afectará mucho, de una manera u otra.
Explico: El pilar de Basilea II es que se le permite a los bancos mantener mucho menos capital patrimonial contra préstamos otorgados a clientes percibidos como absolutamente seguros, que contra préstamos a quienes se consideran riesgosos. Y como los perceptores fundamentales de riesgos, se designo a las agencias calificadoras de riesgo crediticio.
Pero, al ignorar que tales riesgos ya estaban considerados en las tasas de interés, en el monto de los préstamos y en las demás cláusulas, el resultado fue permitirle a los bancos ganar mucho más altos rendimientos ajustados por riesgo sobre capital, al prestarle a los "infalibles soberanos", al sector viviendas y a quienes poseían calificaciones crediticias AAA, que al prestarle a "los riesgosos", las pequeñas y medianas empresas y los emprendedores.
Y por lo cual, tal como lo veo, desde ese momento los bancos dejaron de financiar el futuro más riesgoso, para limitarse a refinanciar un pasado más seguro.
De hecho tomó pocos años para que los bancos en consecuencia le prestasen demasiado a lo que ex ante era percibido como seguro, como a Grecia o al sector inmobiliario en España, o invirtiendo en los títulos calificados AAA respaldados por hipotecas al sector "subprime"estadounidense. Todo lo cual resultó en la reciente crisis financiera del Atlántico Norte.
Y desde aquel fatídico día nuestros empresarios riesgosos, aquellos quienes más nos deben interesar que tengan un acceso competitivo al crédito bancario, lo tienen menos. Muy especialmente cuando los bancos se quedaron con poco capital, después que muchos de esos créditos "seguros" y para los cuales a los bancos se le requerían tener poco capital, se tornaron sumamente riesgosos.
Y aquí estamos 10 años más tarde, y el problema de la distorsión en la asignación de los créditos bancarios que estas regulaciones producen, ni siquiera se ha comenzado a discutir.
Y en consecuencia la reciente liquidez inyectada en la economía, por los bancos centrales con su flexibilización cuantitativa, y por los gobiernos con sus déficits, se convirtió en una dieta sólo basada en "seguros" carbohidratos y grasas, y nada de "riesgosas" proteínas. Y por lo que ahora, en Europa y en los Estados Unidos, no se ve un crecimiento económico muscular, sólo algo de una obesa hinchazón.
Los actuales reguladores bancarios, como baby-boomers, con sus jubilaciones a la vuelta de la esquina, reaccionaron ante sus propios monstruos del corto plazo, sin siquiera establecer si existe una causalidad entre los préstamos bancarios a los que ex ante son percibidos como riesgosos y las crisis bancarias. ¡Qué traición a los jóvenes desempleados!
El Universal