jueves, 26 de junio de 2014

Hoy, 10 años de la firma de Basilea II

¿Y qué interés puede tener para nuestra Venezuela de hoy, que el 26 de junio de 2004, el G10 aprobase las regulaciones bancarias conocidas como Basilea II?

Pues ese día, unos supuestos expertos reguladores, decidieron que era mucho más importante la estabilidad de los bancos, que el crecimiento económico que podía resultar de los bancos tomar los riesgos de prestarle a quienes podrían considerarse como crediticiamente riesgosos. Y como cuando una bicicleta se para se cae, igual las naciones se estancan y se caen, cuando dejan de tomar riesgos.

En tal sentido, por lo menos en nombre del mundo occidental, ese día los reguladores lanzaron el grito del "¡Ya basta... hasta aquí llegamos!"... y comenzó la rodada cuesta abajo. Y eso como entenderán, no es poca cosa. Eso es algo que en Venezuela también nos afectará mucho, de una manera u otra.

Explico: El pilar de Basilea II es que se le permite a los bancos mantener mucho menos capital patrimonial contra préstamos otorgados a clientes percibidos como absolutamente seguros, que contra préstamos a quienes se consideran riesgosos. Y como los perceptores fundamentales de riesgos, se designo a las agencias calificadoras de riesgo crediticio.

Pero, al ignorar que tales riesgos ya estaban considerados en las tasas de interés, en el monto de los préstamos y en las demás cláusulas, el resultado fue permitirle a los bancos ganar mucho más altos rendimientos ajustados por riesgo sobre capital, al prestarle a los "infalibles soberanos", al sector viviendas y a quienes poseían calificaciones crediticias AAA, que al prestarle a "los riesgosos", las pequeñas y medianas empresas y los emprendedores.

Y por lo cual, tal como lo veo, desde ese momento los bancos dejaron de financiar el futuro más riesgoso, para limitarse a refinanciar un pasado más seguro.

De hecho tomó pocos años para que los bancos en consecuencia le prestasen demasiado a lo que ex ante era percibido como seguro, como a Grecia o al sector inmobiliario en España, o invirtiendo en los títulos calificados AAA respaldados por hipotecas al sector "subprime"estadounidense. Todo lo cual resultó en la reciente crisis financiera del Atlántico Norte.

Y desde aquel fatídico día nuestros empresarios riesgosos, aquellos quienes más nos deben interesar que tengan un acceso competitivo al crédito bancario, lo tienen menos. Muy especialmente cuando los bancos se quedaron con poco capital, después que muchos de esos créditos "seguros" y para los cuales a los bancos se le requerían tener poco capital, se tornaron sumamente riesgosos.

Y aquí estamos 10 años más tarde, y el problema de la distorsión en la asignación de los créditos bancarios que estas regulaciones producen, ni siquiera se ha comenzado a discutir.

Y en consecuencia la reciente liquidez inyectada en la economía, por los bancos centrales con su flexibilización cuantitativa, y por los gobiernos con sus déficits, se convirtió en una dieta sólo basada en "seguros" carbohidratos y grasas, y nada de "riesgosas" proteínas. Y por lo que ahora, en Europa y en los Estados Unidos, no se ve un crecimiento económico muscular, sólo algo de una obesa hinchazón.

Los actuales reguladores bancarios, como baby-boomers, con sus jubilaciones a la vuelta de la esquina, reaccionaron ante sus propios monstruos del corto plazo, sin siquiera establecer si existe una causalidad entre los préstamos bancarios a los que ex ante son percibidos como riesgosos y las crisis bancarias. ¡Qué traición a los jóvenes desempleados!

El Universal

viernes, 20 de junio de 2014

Carta pública al Rey Felipe VI de España, en su primer día de trabajo, sobre las regulaciones bancarias que discriminan a muchos de sus súbditos.

Estimado Rey Felipe VI de España. 

No soy su súbdito, pero por cuanto durante unos dos breves años fui honrado con ocupar como Director Ejecutivo la silla que junto a siete otros países representaba a España en el Banco Mundial, y por muchas otras razones que no vienen al caso, me preocupo por el bienestar de España.

Hoy, después de haber oído unos párrafos de su discurso de ayer y que me indica que puede Usted estar interesado en el tema que tocaré, guindo esta carta en la red con la misma esperanza que le llegue que podría tener de introducirla en una botella y ponerla a navegar por los océanos… pero quien sabe :-)

El mensaje que le deseo hacer llegar es que todos aquellos súbditos suyos que no pueden obtener las mejores calificaciones crediticias, entre otro por el costo que solo ese proceso implica, están siendo odiosamente discriminados en su acceso al crédito bancario, no sólo por los banqueros, lo cual sería natural y tradicional, pero en este caso, y sin ninguna justificación, por los reguladores bancarios.

Aquello ocurre por cuanto al permitir los reguladores a la banca mantener un capital accionario muchísimo menor cuando financian a un “infalible” que cuando financian a un “riesgoso”… lo cual se traduce en que los bancos obtienen un rendimiento ajustado por riesgo mucho mayor sobre su capital financiando los infalibles que financiando los riesgosos… lo cual resulta en que los infalibles obtienen más crédito a menores tasas que lo normal, mientras que los riesgosos reciben menos créditos y a tasas comparativamente más altas que lo normal.

Y tal discriminación regulatoria se hace especialmente pesada en épocas cuando la banca anda extremadamente escasa de capital social, especialmente por haber sufrido grandes pérdidas en actividades consideradas como no riesgosas y para las cuales le era permitido tener muy poco capital.

Y como consecuencia directa de todo esto una multitud de empresas medianas y pequeñas, así como emprendedores, no tiene ese justo acceso al crédito bancario que les permitiría crear las fuentes de trabajo que tanto necesita la juventud de España, para no volverse una generación perdida.

No deseo quitarle más tiempo, si desea puede encontrar mucho más sobre el tema en este mismo sitio, y por supuesto me sitúo a sus órdenes. No obstante, antes de despedirme, permítame explicarle la razón por la cual sostuve anteriormente que esta discriminación regulatoria es totalmente injustificada.

Simplemente resulta que en la historia jamás se ha desatado una crisis bancaria significativa como resultado de un exceso de préstamos a los que eran considerados como riesgosos, todas tales crisis han resultado de excesivos prestamos a los que se consideraban como muy seguros desde un punto de vista crediticio, como puede ser el sector inmobiliario, la AAAristocracia o, perdóname por tener que recordarlo, uno que otro soberano infalible.

Majestad, pídale solo a los reguladores que le expliquen donde rayos encuentran ellos la causalidad entre un prestamista ser calificado ex ante como riesgoso, desde el punto de vista crediticio, y la quiebra de bancos.

¿De por qué no hablo directamente con los reguladores? Lo he tratado por más de una década… en cientos de ocasiones…por todas las vías posibles… pero quienes se creen genios no les gusta oír sobre la posibilidad de que estén totalmente equivocados. Quizás Usted pueda tener más suerte… por lo menos al estar comenzando este su primer día de trabajo como Rey.
Por cierto… ¡Buena suerte!

Atentamente,

Per Kurowski

@PerKurowski

Nota: Mientras esta carta viaja por la red se agradece toda sugerencia para que, de llegarle a las manos de Felipe VI, por lo menos cumpla con las formalidades más básicas.

jueves, 19 de junio de 2014

El control de capitales que el FMI apoya

Abrumado por lo que pasa en mi país, hago una breve pausa para referirme a la guerra que incompetentes y pusilánimes reguladores del Comité de Basilea, han declarado contra lo que ellos consideran es el riesgo de los bancos.

El pilar de sus actuales regulaciones bancarias, son los requerimientos de capital accionario que debe mantener la banca contra distintos activos, de acuerdo al riesgo crediticio percibido.

Por ejemplo las reglas Basilea II permite a los bancos prestarle inmensas sumas a soberanos "infalibles", con cero capital; a privados calificados como AAA, contra solo 1.6% de capital; mientras que, por los pequeños préstamos a empresas o emprendedores, se les exige tener un 8% de capital.

Por cuanto el riesgo crediticio que se percibe ya es considerado por los bancos en las tasas de interés que cobran, lo anterior resulta en que los bancos puedan ganar tasas de retorno ajustadas por riesgo sobre capital mucho más altas cuando le dan crédito a los "seguros" que cuando se lo dan a los "riesgosos".

Y como consecuencia la cartera de los bancos cada día se concentra más en lo que se percibe como seguro, mientras que el crédito bancario a lo riesgoso, ese crédito tan necesario para financiar nuestro futuro, cada día se hace más escaso.

Si uno se asegura contra todos los riesgos, uno corre el riesgo que después de pagar todas las primas de seguro, ya uno no tenga con qué comer. En tal sentido siempre le recuerdo a quienes analizan riesgos que primero definan cuáles son los objetivos más importantes, para así mejor entender cuáles son los riesgos que no pueden dejar de asumir.

Los ciudadanos tenemos un interés vital en que los créditos bancarios se adjudiquen a la economía real de manera eficiente, por cuanto de ello dependerán las futuras fuentes de trabajo. Y por lo tanto, el evitar correr el riesgo de que los bancos quiebren, nunca debería incluir algo que le dificulte a la banca distribuir adecuadamente sus créditos.

De repente si el capital bancario requerido fuese algo menor para proyectos que tuviesen unas buenas calificaciones sobre su potencial de generar nuevas y distintas fuentes de trabajo, lo entendería... pero, para solamente evitar el riesgo de quiebra de unos bancos, jamás.

Y aun cuando esas regulaciones de facto funcionan como un control de capitales, canalizando los créditos bancarios hacia los "seguros" y alejándolos de los "riesgosos", el Fondo Monetario Internacional, ese que tanta historia tiene oponiéndose a los controles de capital, ni siquiera se da por entendido.

Claro está, el FMI tiene entre sus responsabilidades explícitas el buscar asegurar la estabilidad financiera, por lo cual puede haber confundido eso con el evitar las quiebras de algunos bancos. No obstante aún si así fuere, un simple estudio empírico sobre las causas de las crisis bancarias, le hubiese indicado que estas jamás resultan de excesos de préstamos o inversiones en aquello que se percibe riesgoso, pero exclusivamente de excesos en lo que ex ante se creía absolutamente seguro, pero que ex post no lo es.

Y el Banco Mundial es cómplice del silencio. Como el primer banco de desarrollo del mundo debería saber que sin arriesgarnos a abrir las puertas tras las cuales, con suerte, podamos conseguirnos lo que ayude impulsarnos hacia adelante, sólo quedaremos atascados en el pasado.

Hoy, cuando el tema de la desigualdad está tan de moda, no ignoremos que el discriminar contra los más débiles, los más riesgosos, solo puede aumentar la desigualdad.